Hace unos
días tuve comida familiar. La excusa fue reunirnos para degustar un vodka super
premium, que le habían regalado a mi cuñado para Navidad. Nos juntamos de noche
pero un poco más temprano que de costumbre, para así poder armar una especie de
happy hour que acompañamos con nachos y queso cheddar.
Los tragos
que nos ofreció Nico fueron: Caipiroska y Vodkatonic con pepino. Ambos deliciosos,
pero para variar, decidí continuar con el segundo. Más tarde hubo asado también
preparado por el barman.
Lo que comimos:
provoleta, morcilla a la vasca, chorizo, matambrito de cerdo, vacío y tira de
asado. Si ya han leído otras publicaciones, se habrán podido dar cuenta que,
está familia, no calcula cantidades. Además Tete preparó una ensalada bien
grande y para el postre, pedimos helado a Freddo (el de chocolate amargo es mi
nuevo favorito).
Acerca del
vodka, les aclaro que no soy una especialista en destilados, pero si noto la
diferencia cuando es de calidad superior, y en esta oportunidad, no solo lo
noté en el sabor, sino también al día siguiente, cuando me desperté fresquita
como una lechuga.
Perdón por
las fotos, había tomado un poquito…
Para los que
tienen Pinterest, también estoy aquí.
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