Nos
volvimos a levantar muy temprano y volvió a amanecer nublado, de hecho peor que
el día anterior. Por suerte ya habíamos programado dos excursiones para hacer
durante la mañana. La primera fue un recorrido con guía incluida por uno de los
jardines botánicos más grandes e importantes del mundo: el Jardín Botánico de
Pamplemousses, o en francés, Jardín botanique de Pamplemousses, o en inglés : Sir Seewoosagur Ramgoolam Botanical Garden. Fue un recorrido corto y a medida
porque hacerlo entero es imposible en un día y sólo teníamos un par de horas.
Confieso que aunque me encantan el verde y las plantas, soy una total ignorante
en el tema y haber ido valió la pena, aprendí, disfruté, y admiré. Tanto que si
visitan esta isla es una de las excursiones que les recomiendo hacer.
En las fotos pueden ver todo tipo
de especies, de la mayoría no recuerdo sus nombres y muchas de ellas, era la
primera vez que veía y tocaba en vivo y en directo.
Este jardín se destaca no solo por
la inmensidad y variedad sino también por tener nenúfares gigantes, flores de
loto y árboles de Buda. Para los que todavía no se dieron cuenta, soy
instructora de yoga, es por eso que no podía faltar mi foto en postura de
meditación al pie de uno de esos árboles.
Al finalizar el recorrido la combi
nos llevó hasta Port Louis, capital de Mauritius. La verdad es que no hay mucho
para ver y recorrer, por eso tan pocas fotos y además porque el material que
tengo no es tan bueno. Con el día nublado todo salió muy oscuro y gris. Fuimos
a un mercado donde había toda clase de frutas, especies y verduras. Luego
pasamos por el Waterfront donde hay un pequeño shopping en el cual aprovechamos
para comprar algunos regalitos que nos faltaban.
Ya de vuelta en el hotel nos dirigimos
hacia uno de los restaurants para almorzar y a pesar que el día seguía nublado,
no quise dejar de practicar al menos una de las actividades que ofrecían y decidí
irme a pasear en kayak con mi GoPro.
Solo nos quedaba la mañana
siguiente para volver a tomar el avión que nos llevaría a Johannesburg y allí
embarcar nuevamente en el próximo vuelo que nos devolvería a Buenos Aires.
Tuvimos una muy buena despedida de
la isla, el calor siguió y el sol salió. Aproveché para hacer más playa,
comprarme un pareo que me copió una vecinita nórdica y brindar con mi madrina al
borde de la pileta por tan lindo, inspirador, renovador y completo viaje.
Para más información sobre el
Jardín Botánico de Pamplemousses pueden
ingresar aquí.