Del
aeropuerto de Cape Town tuvimos dos horas de vuelo hasta Johannesburg. Allí hicimos
tiempo algunas horas, ya no recuerdo cuantas. Pero entre ir del sector de
arribos, hacer el check in, migraciones, tomar un café con alguna pavadita y aprovechar
el free wi-fi que ofrecía el stand de un banco, por suerte se me pasaron
volando. Y digo por suerte porque después me esperaban cuatro horas más de
vuelo hasta Mauritius.
La
República de Mauritius es una isla de 2040 km2, ubicada al
sudeste de la costa africana, del otro lado de Madagascar. Antes de conocerla,
imaginaba que era una isla pequeña y que todo estaría muy a mano. Me equivoqué,
para todo había que hacer mínimo una hora de viaje en auto. Nos hospedamos en
un hotel all inclusive llamado Le Canonnier, en el noroeste de la isla. El
aeropuerto está al sureste, así que ahí tuvimos el primer viaje de una hora en
combi hasta nuestro alojamiento. Llegamos al atardecer. Nos recibieron con una
toallitas húmedas, tibias y perfumadas para refrescarnos, y un jugo. Nos
contaron sobre las instalaciones y actividades, y nos acompañaron a nuestra
habitación. Dejé todo allí y me fui con la compu a un sector al aire libre,
ambientado muy chill out, que estaba cerca del bar. Me pedí un trago y me quedé
haciendo tiempo hasta la hora de la cena. La diferencia horaria con Sudáfrica
era de dos horas y la de Sudáfrica con Buenos Aires cinco horas, así que estaba
a siete horas de distancia de mis seres queridos y siempre a destiempo para
poder hablar. Aquí se comía muy temprano y no habiendo nadie disponible en mis
listas de chat, terminé de mandar un mail general, cerré la compu y busqué a mi
madrina para ir a comer. Una vez terminada la cena nos fuimos a dormir, también
temprano, para poder disfrutar del lugar y la playa al día siguiente. Nuestro
segundo día amaneció un poco nublado. El sol iba y venía. Eso sí, siempre se
mantuvo muy caluroso y muy húmedo. En esta isla el clima es siempre húmedo y en
verano el calor es intenso. Los que ya me conocen imaginarán lo feliz que
estaba (no es irónico, amo con devoción el verano y el calor).
Desayunamos y bajamos a conocer las tres playas
que tenía el hotel. Estuvimos un rato en cada una tomando sol y entrando y
saliendo del mar infinidad de veces. Esa parte es un poco incómoda. Estas aguas
están llenas de corales, así que para meterse al mar hay que usar unas
zapatillas especiales tipo escarpines de goma. Poco me importó, nadé por horas,
jugué con mi cámara y no paré de mirar. Y mirando me encontré con otra huésped
del hotel. No sé de dónde era pero era musulmana. Mientras tomaba sol vi que se
estaba metiendo al mar y cuando levantó su túnica advertí que estaba descalza.
Le grité que tenga cuidado por los corales y las piedras que eran muy
resbaladizas. Me agradeció y continuó su camino pero mirando con más atención.
La observé mientras sacaba fotos con su camarita y caminaba de un lado a otro,
hasta que se sentó sobre una piedra con los pies sumergidos en el agua. Y allí
se quedó con la mirada perdida en el horizonte. No pude evitar dejar de
prestarle atención. Viendo su cara de resignación sentí lástima. Yo tenía calor
hasta en bikini y aunque lo disfruto, sé que otros no. Y ella con ese traje,
que aunque seguramente no lo era, parecía pesadísimo. La seguí viendo durante
toda mi estancia en Mauritius, y cada vez que nos cruzábamos nos sonreíamos y
saludábamos. Es el rostro más dulce que recuerdo de este viaje. Lamento no haberle
preguntado su nombre ni haberla retratado en primer plano.
Al rato mi madrina me preguntó si ya tenía hambre
y la verdad es que aunque no lo tuviera, hubiera ido a comer de todas formas.
Aparte de tomar baños de sol y mar, ese día no planeábamos hacer mucho más. Después
de tener que madrugar, desayunar, almorzar y cenar adrenalina durante los tres
días de safari. No parar de hacer excursiones y caminar por Cape Town desde el amanecer
hasta el crepúsculo, sólo queríamos relajar, olvidarnos de todo y descansar.
Total ya habíamos contratado una excursión para el día siguiente. En el próximo post les muestro algo de una
isla hijita de Mauritius: Ile aux Cerfs.