Finalmente
llego el día que dejamos la reserva. Nos levantamos bien temprano para hacer el
sexto safari. Volvimos a meternos en la selva, a disfrutar del paisaje y del
encuentro con sus habitantes. A nuestro regreso, tuvimos el último gran
desayuno de reyes y reinas, para luego emprender el camino de vuelta a
Johannesburg. En el camino volvimos a hacer varias paradas hasta que después de
seis horas, llegamos a Tambo Airport, para allí embarcarnos en un vuelo hacia
Ciudad del Cabo.
Antes de
viajar a Sudáfrica, cuando me preguntaban qué lugares iba a visitar y yo les
contaba que uno de ellos era Ciudad del Cabo, no hubo una sola persona que no
dijera: Ah! Es divina, increíble, te va a encantar! Sin embargo, poca atención
presté a estos comentarios. Digamos que de alguna forma los bloqueé por miedo a
desilusionarme. Partí hacia todos estos lugares sin expectativa y lo único que
esperaba era sorprenderme. Y fue así. Llegamos a Cape Town a las 11 pm
aproximadamente y no se veía mucho movimiento en la calle, pero si nos sorprendió
lo grande que era y aunque era de noche, uno podía imaginar lo linda también.
Llegamos al
hotel, nos bañamos y nos fuimos a dormir.
El día
amaneció soleado y cálido pero con una nube gigantesca, blanca y espesa, sobre la montaña
de la Mesa (símbolo de esta ciudad y una de las 7 maravillas naturales del
mundo). Daba miedo, nunca había visto algo así, parecía un efecto de película.
Desayunamos en una cafetería que tenía convenio con el hotel y optamos por
hacer el típico recorrido en el hop on - hop off bus. Nos enchufamos el audio
guía a las orejas y mientras sacábamos fotos y escuchábamos información sobre
la historia, geografía, economía, sociedad, comercio y anécdotas, casi completamos
dos vueltas enteras de toda la ciudad. Hicimos varias paradas, la primera fue
en Waterfront, que es como una especie
de Puerto Madero pero con más vida. Allí recorrimos boutiques, hicimos un corto
paseo en un pequeño crucero por un canal, entramos a conocer el hotel One &
Only y volvimos a subirnos al bus doble. La segunda parada fue en Table
Mountain pero cuando estábamos por comprar los tickets para el teleférico, nos
dijeron que había muy mal tiempo arriba, mucho viento y mucho frío. Y como sabrán
no soy amante de ninguno de los dos, así que volvimos a seguir con nuestro
recorrido y nos bajamos en el Bo Kaap, el barrio malayo. Es un lugar muy
pintoresco, una de las zonas más coloniales. Las casitas están todas pintadas
de distintos colores. La mayoría de los que viven allí son musulmanes y cuando esperábamos
en la parada para continuar nuestro recorrido, pudimos escuchar el llamado para
rezar que venía de la mezquita. Almorzamos muy tarde en un restaurant de Camps
Bay, que es la zona donde estaba ubicado nuestro hotel. El lugar estaba frente
al mar y nos tomamos nuestro tiempo para disfrutar de la comida, descansar,
comentar lo conocido y planear el día siguiente.
Tengo mucho
más para contar y mostrar de Cape Town, espero que hasta ahora les hayan
gustado las fotos. Si están planeando ir pueden ir viendo algo aquí y por supuesto, siempre me pueden
escribir.