Hace un
tiempo que Black y yo venimos frecuentando los mismos lugares. Un poco porque
nos gustaron desde el principio, porque se come rico, nos atienden bien y al
sentirnos cómodos y repetirlos, los fuimos haciendo nuestros. Son varios pero
hoy decidí compartir dos de ellos, para recordar la primera vez que me llevó.
Con fiaca de
domingo decidimos almorzar afuera. Ya conociendo el lugar, conociéndome a mí y
sabiendo que me iba a gustar, me invito
a comer a Bella Italia. A pesar de los primeros fríos otoñales decidimos
sentarnos afuera, dicho sea de paso, para los friolentos como yo, tienen una
estufas de exterior muy buenas, tanto que tuvimos que pedir que las bajen. Nos
tocó una camarera muy simpática a la que, panera mediante, interrogué usando el
menú de apunte y me convenció de elegir para ambos la misma entrada: burrata
con tomates, albahaca y oliva. Cómo plato principal Fede eligió unos ñoquis
verdes y yo un rissotto con hongos (ambos riquísimos pero siempre elijo el plato ganador). Acompañamos
con limonada y nos volvimos a subir a la moto. Para variar el paisaje decidimos
cambiar de zona y salimos en busca de otro lugar para el postre y el café. Entramos
en Vasalissa donde compartimos un helado. Porque a pesar de que habíamos pedido
el vaso chico, terminó siendo enorme para uno solo. Cuando durante el fin de
semana no sepan dónde estamos, es probable que nos encuentren ahí leyendo, con
café sobre la mesa, un libro en una mano y un helado de pistacho y chocolate en
la otra.
Les recuerdo
que ahora también pueden seguirme en Instagram.