13 de marzo de 2014

BYE ELANDELA, HELLO CAPE TOWN














Finalmente llego el día que dejamos la reserva. Nos levantamos bien temprano para hacer el sexto safari. Volvimos a meternos en la selva, a disfrutar del paisaje y del encuentro con sus habitantes. A nuestro regreso, tuvimos el último gran desayuno de reyes y reinas, para luego emprender el camino de vuelta a Johannesburg. En el camino volvimos a hacer varias paradas hasta que después de seis horas, llegamos a Tambo Airport, para allí embarcarnos en un vuelo hacia Ciudad del Cabo.




















Antes de viajar a Sudáfrica, cuando me preguntaban qué lugares iba a visitar y yo les contaba que uno de ellos era Ciudad del Cabo, no hubo una sola persona que no dijera: Ah! Es divina, increíble, te va a encantar! Sin embargo, poca atención presté a estos comentarios. Digamos que de alguna forma los bloqueé por miedo a desilusionarme. Partí hacia todos estos lugares sin expectativa y lo único que esperaba era sorprenderme. Y fue así. Llegamos a Cape Town a las 11 pm aproximadamente y no se veía mucho movimiento en la calle, pero si nos sorprendió lo grande que era y aunque era de noche, uno podía imaginar lo linda también.
Llegamos al hotel, nos bañamos y nos fuimos a dormir.
El día amaneció soleado y cálido pero con una nube  gigantesca, blanca y espesa, sobre la montaña de la Mesa (símbolo de esta ciudad y una de las 7 maravillas naturales del mundo). Daba miedo, nunca había visto algo así, parecía un efecto de película. Desayunamos en una cafetería que tenía convenio con el hotel y optamos por hacer el típico recorrido en el hop on - hop off bus. Nos enchufamos el audio guía a las orejas y mientras sacábamos fotos y escuchábamos información sobre la historia, geografía, economía, sociedad, comercio y anécdotas, casi completamos dos vueltas enteras de toda la ciudad. Hicimos varias paradas, la primera fue en Waterfront,  que es como una especie de Puerto Madero pero con más vida. Allí recorrimos boutiques, hicimos un corto paseo en un pequeño crucero por un canal, entramos a conocer el hotel One & Only y volvimos a subirnos al bus doble. La segunda parada fue en Table Mountain pero cuando estábamos por comprar los tickets para el teleférico, nos dijeron que había muy mal tiempo arriba, mucho viento y mucho frío. Y como sabrán no soy amante de ninguno de los dos, así que volvimos a seguir con nuestro recorrido y nos bajamos en el Bo Kaap, el barrio malayo. Es un lugar muy pintoresco, una de las zonas más coloniales. Las casitas están todas pintadas de distintos colores. La mayoría de los que viven allí son musulmanes y cuando esperábamos en la parada para continuar nuestro recorrido, pudimos escuchar el llamado para rezar que venía de la mezquita. Almorzamos muy tarde en un restaurant de Camps Bay, que es la zona donde estaba ubicado nuestro hotel. El lugar estaba frente al mar y nos tomamos nuestro tiempo para disfrutar de la comida, descansar, comentar lo conocido y planear el día siguiente.
Tengo mucho más para contar y mostrar de Cape Town, espero que hasta ahora les hayan gustado las fotos. Si están planeando ir pueden ir viendo algo aquí y por supuesto, siempre me pueden escribir.