22 de febrero de 2014

INTO THE WILD













Durante el primer safari en la reserva, que fue por la tarde, Nicola fue nuestro guía.
Marta, Liliana, Patricia, Libia, Bástian, Axel, Rodrigo, Marina y Gary, fueron mis compañeros de safari, y la mayoría de ellos de casi todo el viaje. Todos argentinos, menos el último proveniente de Irlanda. El primer lugar al que nos llevó Nicola, fue el sector donde viven los rinocerontes: Roccy y Clever. Estos cachorros de tres años de edad, fueron rescatados por los dueños de la reserva, después de haber quedado huérfanos a causa de los cazadores furtivos.
Más tarde recorrimos todo el terreno que rodea las instalaciones. Allí conocimos y probamos marulas, que son las frutas con las que se hace el licor Amarula. Vimos cóndores, cebras, impalas, cigüeñas, jirafas, jabalís, búfalos, monitos baboon, un leopardo y arañas de todo tamaño, tipo y color. También sus gigantes telarañas, algunas tan gruesas y fuertes como una tanza. Lamentablemente no pude comprarme un buen lente para esta viaje, es por esto que las fotos que decidí publicar no son ni buenas, ni tantas. Igual les confieso que en ese momento poco me importó. Aunque suene egoísta, la sola experiencia de haber estado en ese lugar, y descubrir a estos seres en vivo, en directo y en su propio hábitat, fue suficiente para mí. Hoy, si lamento no poder compartirlo con ustedes, para  por lo menos intentar transmitirles al menos un poquito de la emoción y adrenalina que viví allí. Aunque ahora que lo pienso, es una experiencia y sensación intransferible. Un safari hay que vivirlo en carne propia.
Una hora antes de volver, bajamos a estirar las piernas y nos convidaron con un pequeño copetín.
A la vuelta, nos recibieron con un vasito de licor y nos dieron 15 minutos para dejar nuestras cosas, y prepararnos para la cena. El sonido de los tambores nos llevó al comedor y ahí estaba el primero de los seis pasos del menú de esa noche.
A pesar de haberme levantado al amanecer, haber viajado seis horas ese mismo día y haber tenido mi primer safari de cuatro horas, no sentí el cansancio hasta último momento, cuando apoyé la cabeza sobre la almohada y me quedé dormida instantáneamente. Mucha opción no tenía, el próximo safari, en busca de los leones blancos, me esperaba a las 6 de la mañana del día siguiente.

Si quieren saber más sobre la historia de Clever y Roccy pueden ingresar aquí.

16 de febrero de 2014

ELANDELA









Llegamos a Elandela un poco antes de 2 de la tarde. Nos recibieron con tambores y un vasito de Amarula. Nos informaron sobre los horarios de los safaris y las comidas, y luego acomodaron a todo el grupo en las distintas suites. El almuerzo se sirvió siempre a las 2.30 y para avisar que la comida estaba lista y esperándonos, usaban el sonido de los tambores.
En el comedor, nos recibió su chef estrella, Stephen. Un ser talentoso y encantador. Stephen estuvo presente durante cada comida durante mi estancia en la reserva. Nos informaba sobre el menú, de donde provenían los ingredientes y como estaba preparado cada plato. También nos preguntaba por nuestro día, nuestros gustos e inquietudes. En resumen, mimó no solo mi estómago, sino también mi alma con su calidez y su sonrisa.
Para este primer almuerzo nos preparó una pequeña ensalada y unos spaghetti a la bolognesa.  Tres y media de la tarde teníamos el primer safari, así que pedí un buen café y me fui a preparar mi equipo.
En el próximo post les presento a Clever y Roccy.